miércoles, 26 de noviembre de 2014

Datos que hablan de los retos para desnaturalizar la violenciacontra las mujeres en México

“Se entiende por violencia contra la mujer: todo acto de violencia sexista que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psíquico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o la privada.”
ONU-MUJERES.



Fue un 25 de noviembre cuando por órdenes del dictador Leónidas Trujillo en República Dominicana, fueron asesinadas las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y Ma. Teresa, quienes luchaban por la democracia en ese país y por ello fueron sacrificadas. La población se indignó en formas sorprendentes, al grado que se considera que fue eso lo que llevó a la caída del dictador Trujillo en 1961.La fecha ha sido retomada por las y los feministas y luchadores por los derechos humanos y posteriormente por la Organización de las Naciones Unidas,como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, un día para sensibilizar en todo el mundo, en torno al grave problema de la violencia contra las mujeres. Se trata de que los medios, las escuelas y todas las instituciones y los ciudadanos tomen conciencia de la importancia de promover acciones para erradicar la inaceptable violencia contra las mujeres y las niñas. Actualmente, según la ONU, es un problema grave y global: en el mundo, 1 de cada 3 mujeres ha soportado violencia física o sexual, principalmente por un compañero sentimental; cerca de 120 millones de niñas han sufrido relaciones sexuales forzadas en algún momento de sus vidas; y 133 millones de mujeres y niñas se han visto sometidas a la mutilación genital femenina.

Las particularidades de la violencia contra las mujeres en América Latina son alarmantes y en México y en San Luis Potosí también son preocupantes. Según datos de ONU Mujeres México, INEGI y de la Secretaría de Salud (SSA)siete mujeres mueren al día en nuestro país víctimas de homicidio.En San Luis Potosí, según el Instituto de las Mujeres en 2013 se acercaron a pedir ayuda 17 mil 874 mujeres por diferentes tipos de violencia en su contra  y hasta octubre de 2014, se han acercado  22 mil 306 mujeres, lo cual muestra el incremento notable de casos de violencia.

Según los resultados de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares ENDIREH 2012, diferentes tipos de violenciaque suceden en la casa y la familia, la escuela, el trabajo o la calle, atraviesan y afectan la vida de las mujeres.Así, de la encuesta aplicada, un47 por ciento de las mujeres de 15 años y más sufrió algún incidente de violencia por parte de su pareja (esposo o pareja, ex-esposo o ex-pareja, o novio) durante su última relación. Las entidades con altos índices de violencia de pareja son en primer lugar el Estado de México, con 57.6%;le siguen Nayarit (54.5%), Sonora (54.0%), el Distrito Federal (52.3%) y Colima (51.0%). La entidad con menor prevalencia de violencia de pareja es Chiapas, con 31.6%.

Se denota asimismo la existencia de hombres que maltratan emocionalmente a las mujeres a lo largo de su vida:la encuesta muestra que 4 de cada 10 mujeres en México (43.1%) han sido humilladas, menospreciadas, encerradas por sus parejas, quienes  les han destruido sus cosas personales o del hogar, las vigilan, las amenazan con irse de la casa,  o con correrlas de la casa o con quitarle a sus hijos; o que las han  amenazado con algún arma o con matarlas o que también les han dicho que ellos se matarían.

Respecto a violencia económica: 2 de cada 10 mujeres en México (24.5%) han recibido reclamos por parte de su pareja por la forma en que gastan el dinero, o bien que les han prohibido trabajar o estudiar, o les han quitado su dinero o sus bienes.

Los datos de la violencia física y sexual que ejercen hombres contra sus parejas se aprecia en que a 14 de cada 100 mujeres en México (14.0%) su pareja la ha golpeado, amarrado, pateado, tratado de ahorcar o asfixiar, o agredido con un arma. Asimismo 7 de cada 100 de las mujeres encuestadas(7.3%),señalan que sus parejas les han exigido tener relaciones sexuales, sin que ellas quieran, o las han obligado a hacer cosas que no les gustan.

En San Luis Potosí 239 mil mujeres de 15 años o más, casadas o unidas, han sufrido violencia de parte de sus parejas, de ellas, el 23.3% han recibido violencia extrema a lo largo de su relación y 21.3% en los últimos 12 meses; mientras que a nivel nacional el dato se centra en el 16.2% y 14.7%, respectivamente. En esa misma encuesta se detalla que a51.5% las han pateado, amarrado, tratado de ahorcar o asfixiar, agredido con cuchillo o navaja o disparado con un arma, 37% han requerido de atención médica o psicológica, a 30.1% las han obligado a tener relaciones sexuales, 29.3% han sufrido cortadas, quemaduras, pérdida de dientes, fracturas, abortos, y aún más, inmovilidad de alguna parte de su cuerpo o el fallecimiento de algún integrante del hogar. Por último, 15 mujeres de cada 100 su pareja se ha adueñado o le ha quitado dinero, bienes (terrenos, propiedades, etc.).

También las encuestas muestran el miedo, la pena o la falta de información  de las mujeres que han sido víctimas de violencia, para pedir ayuda a alguna institución. A nivel nacional solo 9.2% de las mujeres casadas o unidas se han acercado a una autoridad a pedir ayuda.

Cuándo se les preguntó a las encuestadas casadas por qué no pidieron ayuda, se advierte  que  persiste en ellas la naturalización de la violencia como parte de la relación de pareja. Creen que: se trató de algo sin importancia o que él no va a cambiar (73.8%), por vergüenza o para que su familia no se enterara (10.8%), por sus hijos o porque su familia la convenció de no hacerlo (9.4%), porque él le dijo que cambiaría o porque piensa que su pareja tiene derecho a reprenderla (9.1%), por miedo (8.0%), porque no sabía que podía denunciar (6.1%) y porque no confían en las autoridades (4.3%).

Los datos anteriores nos muestran la complejidad de la violencia de género, en donde uno de los mayores retos siguen siendo las creencias y estereotipos de género.

No obstante, en México se han dado primeros pasos a partir de que contamos con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) desde 2007, y una correspondiente Ley Estatal para el Estado de San Luis Potosí que se aprobó en 2008. Enfrentamos aún retos significativos de armonización  jurídica y mayores aún, respecto de la preparación y el compromiso de los servidores públicos para actuar con perspectiva de género, cuando se trata de hacer justicia a las mujeres que han sido víctimas de violencia.

Una veintena de instituciones de la entidad potosina, participan de diversas formas para aprender a intervenir en casos de violencia contra las mujeres, desde el marco de la nueva Ley LGAMVLV. También en la academia, desde 2012, El Colegio de San Luis, ofrece capacitación para identificar y actuar para eliminar la violencia contra las mujeres a partir de cinco protocolos: uno orientado a la prevención integral de la violencia, pues partimos de la idea de que la educación es la mejor forma de prevenir especialmente con las nuevas generaciones; otro protocolo es para el primer contacto para dar una atención y refugio adecuado, respetuoso y cálido a las víctimas; otro para aprender los rasgos de un acompañamiento legal de calidad; otro para saber de los estereotipos masculinos que fomentan la violencia y desde el cual repensamos en las posibilidades de rehabilitación de algunos agresores que desean cambiar y mejorar sus relaciones familiares y finalmente un protocolo para brindar contención emocional a los servidores públicos que trabajan en intervenciones directas con víctimas de violencia, con el objeto de que las instituciones cuiden la salud mental y emocional de su personal. Asimismo el COLSAN ofrece dos sitios web educativos que contribuyen a ampliar los conocimientos de interculturalidad, género, así como un sitio que ofrece investigación, documentos y estudios sobre violencia sexual y trata de personas en San Luis Potosí.

Sin duda, hay mucho camino por andar en las políticas públicas para atender la seguridad y prevenir las violencias en México, hay que atraer mayores recursos, y será un trabajo titánico desnaturalizar la violencia contra las mujeres en un país donde muchos piensan que el machismo es orgullo nacional. Hombres y mujeres tenemos mucha tarea para generar cambios de creencias, en contextos adversos de un país con pobreza, violencias diversas y rezago educativo. Por ello, debemos actuar permanentemente y no solo en el mes de noviembre.

Los datos demuestran que la violencia contra las mujeres es un problema social en San Luis Potosí, por ello, además de llamar a la comunidad a  “Pintarnos de naranja” para apoyar la campaña mundial de la ONU, me permito recordar que hay casos emblemáticos de feminicidios de niñas y jovencitas,que han lastimado profundamente a la sociedad potosina y que esperan de las autoridadesel bálsamo de la justicia. En la academia nos preguntamos por qué el silencio y que se está haciendo para sancionar y evitar los feminicidios. Las familias que están sufriendo por las pérdidas de Karla Póntigo y de las niñas de Tamuin, violadas, torturadas  y asesinadas con extrema crueldad, se preguntan con toda legitimidad, cómo están las investigaciones, cuándo se les hará justicia. Respuestas honestas y no el silencio, serán la mejor forma de fortalecer la credibilidad en las instituciones.


Referencias:

Sitios de El Colegio de San Luis sobre interculturalidad y género; violencia sexual y trata de personas:


Los lectores también pueden profundizar en el Sistema de Indicadores de Género (SIG) del INMUJERES, siguiendo la liga:
http://estadistica.inmujeres.gob.mx/formas/convenciones/Nota.pdf
http://estadistica.inmujeres.gob.mx/formas/temas_descripcion.php?IDTema=4



miércoles, 5 de noviembre de 2014

Para favorecer la equidad de género y autonomía de las mujeres

“Si bien las mujeres contribuyen a la economía
y a la productividad en todo el mundo,
siguen enfrentando muchos obstáculos
que les impiden realizar su pleno potencial económico.
Esto no sólo inhibe a las mujeres,
además frena el rendimiento económico y el crecimiento”.

Michelle Bachelet  ONU-MUJERES 2014.


Uno de los objetivos del Milenio que ha suscrito el gobierno de México es el de avanzar en la autonomía económica de las mujeres para lograr una mayor equidad de género.

En México hay más de 2.5 millones de mujeres que están en edad de trabajar, que están viviendo en extrema pobreza, en situaciones de dependencia y desempleo. Tan solo en las ciudades, en donde las mujeres podrían tener mayores opciones para emplearse, solo lo consigue un 51% de las que están en edad de tener un empleo remunerado, frente a un 81% de hombres que lo consiguen incluso en mejores condiciones. El acceso al empleo es uno de los garantes de la autonomía de las mujeres.

Es ampliamente conocido que empresarios, empleadores y hasta los sindicatos, mantienen políticas muy tradicionales y sexistas, al asumir que los puestos de trabajo deben tener un único perfil de género, generalmente dejan a las mujeres fuera de las mejores posiciones laborales, en sitios muy acotados y estereotipados. Es decir se mantienen erróneas creencias de que las mujeres sólo pueden realizar tareas secretariales o de limpieza y cuidado y se les niegan opciones de oficios con liderazgo que podrían favorecerles el desarrollo de nuevas habilidades para el trabajo.

Ahora sabemos que hombres y mujeres, por socialización, pueden aprender a realizar las mismas tareas. Por ejemplo los hombres pueden limpiar y cuidar tanto como las mujeres pueden dirigir y tomar decisiones importantes. Ambos pueden aprender nuevas técnicas y tecnologías para producir bienes, en formas exitosas para la sociedad.

No obstante, debido a viejas creencias y estereotipos, los patrones desestimulan a las mujeres para que avancen en sus carreras laborales, con contratos o reglamentos limitativos o discriminatorios. Incluso es conocido que en los altos puestos de gerencia, por costumbre se asignan solo a varones. En la experiencia internacional se ha llamado a este fenómeno “techos de cristal”, que es reconocido como un bloqueo intencional e inconsciente que impide que las mujeres lleguen al punto más alto de las estructuras laborales y profesionales. Según Mabel Murín, se denomina “Techos de cristal”  a una especie de superficie superior invisible en la carrera laboral de las mujeres, difícil de traspasar y que les impide seguir avanzando. Se dice que es un techo invisible porque no existen leyes ni dispositivos sociales establecidos, ni códigos visibles, que impongan claramente a las mujeres semejante limitación, sino que está construido sobre la base de otros rasgos que por su invisibilidad son difíciles de detectar. Finalmente los datos hablan y muestran que las mujeres no llegan a los puestos más altos y que incluso en los sindicatos no llegan a ocupar los liderazgos más importantes.

Si esto pasa a mujeres educadas, con experiencia y habilidades de alto nivel, pensemos en el gran reto que hay para las mujeres pobres, con escasa educación y en las que se carga el trabajo doméstico, el cuidado de hijos, esposo, personas discapacitadas, ancianos, etc. Es este grupo de mujeres el que no tiene autonomía económica aunque trabaje mucho cada día. Esto quiere decir que una gran cantidad de fuerza laboral femenina se va al trabajo informal y a las actividades de cuidado de otros en casa, sin remuneración alguna. Muchas mujeres asimismo siguen siendo formadas en la ideología de depender de un proveedor varón.

En este sentido, incluir la perspectiva de género en la educación de las niñas y las jóvenes, les ayudará a comprender que todos los seres humanos tenemos derecho al conocimiento y a la realización en un oficio o profesión que contribuya a generar bienestar y desarrollo social y económico. Asimismo que todas las mujeres tienen derecho al trabajo digno y a mantenerse en sus empleos, sin ser víctimas de acoso ni de explotación.

Los estados que invierten esfuerzos y recursos para reducir las asimetrías de género en el empleo, logran mejores niveles de bienestar y avanzan más rápido en el combate a la pobreza. Pues como se sabe las mujeres que tienen salario y prestaciones constituyen una excelente inversión social, pues lo llevan a la familia y lo invierten en la educación de los hijos. A nivel de políticas públicas es fundamental extender la seguridad  y protección social a las mujeres, tanto como la educación y la dotación de servicios públicos eficientes. Ello puede contribuir a restarles vulnerabilidad social en las actuales economías.

En nuestro país aplican las recomendaciones que hiciera la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desde hace décadas, en el sentido de que requerimos una intensa labor en los hogares para reducir los prejuicios de género, para que las mujeres aspiren a carreras y profesiones diversas y también para generar una nueva cultura del trabajo en casa, para que las tareas domésticas sean realizadas por hombres y mujeres.

Toca al Estado generar acciones para combatir las desigualdades de oportunidades de empleo entre hombres y mujeres. Así como realizar campañas de sensibilización para cambiar los estereotipos de género y para garantizar la implementación de la legislación contra la discriminación laboral de las mujeres.