A escala mundial, más de 700 millones de mujeres que viven
actualmente se casaron siendo niñas (con menos de 18 años de edad).
Más de una de cada tres —aproximadamente 250 millones de
niñas—
se casaron con menos de 15 años.
A menudo, las niñas casadas no saben
cómo negociar efectivamente unas relaciones sexuales más
seguras,
colocándolas en una situación de vulnerabilidad
ante las infecciones transmitidas sexualmente,
incluido el VIH, además del embarazo precoz.
El hecho de que las niñas no sean lo suficientemente
maduras físicamente para dar a luz pone en peligro
tanto a las madres
como a sus bebés.
Por otra parte, las niñas pobres tienen
una probabilidad 2,5 veces mayor de casarse en su infancia
que las que pertenecen al quintil más rico.
UNWOMEN[1]
En
el contexto mundial y especialmente en los países no desarrollados, la
situación de violencia contra las mujeres y las niñas, presenta grandes retos.
Amnistía Internacional considera que la violencia contra las mujeres y las
niñas es “la violación de los derechos humanos más extendida de nuestro
tiempo”(2) ya que en ningún lugar del mundo
se encuentra garantizada su seguridad y sus derechos humanos. Esta misma
organización señala el preocupante dato de que una de cada tres mujeres en el
mundo sufre algún tipo de violencia o abuso a lo largo de su vida.
Un
caso muy grave de violencia en contra de las niñas, fue el que se presentó en
Nigeria en abril de 2014 a manos del grupo islamista terrorista Boko Haram que
secuestró a más de 200 niñas de una escuela en el pueblo de Chibok, al noreste
del país. Amnistía Internacional señala que desde principios del 2014 hasta
ahora, Boko Haram ha secuestrado al menos a 2,000 niñas y mujeres, a quienes
someten a violaciones sexuales y son entrenadas y obligadas a realizar actos de
violencia en contra de sus propios pueblos, entre otras formas terribles de
violencia. Durante la última semana de abril de este año el ejército nigeriano
liberó a más de 7,000 mujeres y niñas que se encontraban secuestradas en
diferentes campamentos de Boko Haram, después de los exámenes médicos resultó
que al menos 214 de ellas estaban embarazadas de sus captores. Sus testimonios
desgarradores nos hablan de cómo fueron convertidas en esclavas sexuales y
obligadas a vivir en condiciones inhumanas.
La
violación sexual se utiliza de manera sistemática como “arma de guerra” durante
los conflictos armados, afecta principalmente a las adolescentes, que se
convierten en un blanco para los agresores. La violación como arma de guerra
constituye una grave violación a los derechos humanos y un crimen de lesa
humanidad. Un caso emblemático es el de los miles de víctimas de violación
durante la guerra de Bosnia entre 1992 y 1995, que no han recibido justicia.
Las
niñas son privadas de su infancia y de su estabilidad emocional por el impacto
de la violencia en sus vidas. Su vulnerabilidad se incrementa cuando son madres
en condiciones de pobreza o de analfabetismo.
La
falta de educación se convierte en falta de opciones y de redes de apoyo para
mejorar sus vidas y las de sus hijos. Las políticas afirmativas para generar
mejores condiciones de igualdad de género para niñas y mujeres, plantean la
necesidad de empoderar a las mujeres para que puedan educarse y trabajar a
favor de obtener una mayor autonomía personal. Malala Yousafzai, una joven
activista pakistaní, ganadora del Premio Nobel de la Paz 2014, se ha convertido
en un ícono del empoderamiento de las niñas y de la defensa de su derecho a la
educación. En un discurso pronunciado ante la Asamblea General de la ONU en el
año 2013 Malala dijo “Hubo un tiempo en que las activistas pidieron a los
hombres que lucharan por ellas. Pero esta vez vamos a hacerlo por nosotras
mismas. No estoy diciendo que los hombres se aparten de hablar sobre los
derechos de la mujer; me estoy enfocando en que las mujeres sean independientes
y luchen por sí mismas.”
De
acuerdo con UNICEF “Malala es un ejemplo de cómo las propias niñas son
protagonistas del cambio. Están llenas de talento, creatividad y
potencial.”(3)
La
determinación de Malala y de muchísimas niñas sobrevivientes de la guerra y la
explotación, son una muestra de su lucha y su valentía para enfrentar la
violencia, la pobreza y la adversidad.