La violencia en México es un factor determinante de la
deserción escolar e incluso,
una causa importante
de muertes infantiles.
Miles de niños, niñas y adolescentes en México,
crecen en un contexto de violencia cotidiana que deja
secuelas profundas
e incluso termina
cada año con la vida de centenares de ellos.
Gran parte de esta violencia, que incluye violencia física,
sexual, psicológica,
discriminación y abandono, permanece oculta y en ocasiones,
es aprobada socialmente.
UNICEF, 2015.
Apenas
el 25 de agosto en San Luis Potosí fue
hospitalizada en urgencias del Hospital Central una bebé de 2 años, con
múltiples lesiones que le causaron su madre y su padrastro, quienes tuvieron
que reconocer que ambos golpearon a la niña porque no dejaba de llorar. El primero de septiembre de este año, en esta misma ciudad, falleció la niña Evelyn
de 7 años de edad, ahogada en el aljibe de su casa. Las investigaciones que han
seguido a su muerte han evidenciado que no fue un accidente, sino que fueron su
padre y su madre quienes la arrojaron al aljibe con la intención de asesinarla,
lo mismo intentaron hacer a sus otras dos hijas pequeñas, pero finalmente no lo
consumaron. El cuerpo de la pequeña Evelyn mostraba las huellas del abuso
sexual que su padre cometió sobre ella.
Las notas de la prensa informan que la pareja estaba en medio de la
disolución de su matrimonio y que por ello acordaron asesinar a sus hijas,
ahogándolas en el aljibe, para evitar los problemas e inconvenientes que les
causaría pelear por su custodia y porque la madre no quería que siguieran bajo
el cuidado de los abuelos paternos.
Estos
hechos terribles, generan preguntas de fondo, evidencian los alcances de la
violencia y maltrato a la infancia, pero también hay que dejarlo claro, muestran
conductas e ideologías que perciben a las niñas como desechables y objeto de
desprecio por ser mujeres. Hacer visible la violencia de género hacia las niñas
es todo un reto en contextos donde se naturaliza la violencia hacia las
mujeres. Hay que decir que si hubo voces para reflexionar sobre esta tragedia.
Diversos representantes civiles y eclesiásticos locales, lo han abordado en
formas aisladas y simplistas, refiriéndose principalmente a lo que llaman la
pérdida de valores humanos fundamentales en nuestra sociedad y reclamando a la
madre su complicidad. Sin embargo, no hemos visto el uso de un enfoque desde la
perspectiva de género para reflexionar sobre el caso. Hacerlo es importante,
para poner la atención en cómo las niñas se encuentran en una situación
especialmente vulnerable, en una sociedad ya de por sí violenta con los niños.
De
acuerdo con un estudio sobre feminicidio en México realizado por ONU Mujeres,
basado en estadísticas vitales de mortalidad del INEGI, durante el periodo de 2005 a 2009 fue posible
identificar un alto índice de asesinatos de niñas en el país: el 5.8% de las
defunciones femeninas con presunción de homicidio corresponden a niñas de menos
de cinco años, en contraste con un 0.83% de niños (varones) del mismo grupo de edad.
Dentro del mismo periodo el estudio indica que el 17.2% de este tipo de
defunciones corresponden a niñas menores de 18 años. Como un agravante a estos
ya de por si alarmantes datos, el mismo estudio señala que la violencia
familiar es la causa de los infanticidios en el 21.4% de los casos que implican
a niñas menores de cinco años y el 19.45% en los casos de niñas menores de un
año. Las lesiones letales se producen en la vivienda en el 40.2% de los casos
de menores de un año y 44.9% en los casos de menores de cinco años.
El
hogar aparece así como un lugar donde les pasan muchos “accidentes” a las
niñas, como un escenario peligroso, como lugar de tortura, de abuso e incluso
de muerte para las pequeñas. En los medios de comunicación podemos
constantemente enterarnos de noticias acerca de niñas que han sufrido actos
terribles de violencia y en gran parte de los casos los agresores son sus
propios familiares: padres, madres, tíos, hermanos, abuelos. Las búsquedas en
internet sobre “niñas asesinadas”, tan solo en google México, llegan a casi 260
mil resultados en 0.36 segundos. Existen además una gran cantidad de casos no
registrados, por considerarlos accidentes domésticos.
Es
aún muy inicial la práctica de levantar datos cuidadosos y cumplir protocolos
médicos para intervenir acertada y rápidamente en los casos de niños y niñas
que llegan a los hospitales con huellas de maltrato. Lo cierto es que la
realidad se impone, personal médico y de trabajo social, han reconocido un
aumento alarmante de casos y niveles de maltrato a la niñez en San Luis Potosí.
La alerta de las autoridades tendrá que ir acompañada de un conjunto de
acciones y también de capacitación para que quienes detectan los casos de
maltrato, puedan aplicar la perspectiva de género para advertir los factores
ideológicos y culturales que están amenazando la vida y la integridad de las
niñas.
Cuando
las niñas y adolescentes entablan relaciones de noviazgo y de pareja, su
situación no es mejor. Datos recientes
de INEGI señalan que en nuestro país, el 56% de las mujeres de 15 a 19
años que viven en pareja han sufrido al menos un incidente de violencia en los
últimos 12 meses.
El cuidado comunitario de nuestras
niñas, es importantísimo para evitar sufrimientos y salvar vidas. Me refiero
desde luego a la acción ciudadana, alerta y decidida, para impedir que los actos de misoginia y maltrato
de niñas se repitan o queden impunes en nuestra sociedad, pero también me
refiero a las acciones que transformen la vulnerabilidad de las niñas, a las
políticas que se propongan empoderarlas, impedir que deserten de la escuela o
que se les deje fuera del desarrollo y de las oportunidades, por ser niñas.
Asimismo una buena respuesta de protección de la infancia y de las niñas,
promovería acciones preventivas, que orienten a las familias, servidores
públicos, medios de comunicación y docentes, para promover la equidad de género en el seno
familiar. No es aceptable en modo alguno
que se siga naturalizando la violencia de género en cualquiera de sus formas,
en las instituciones, las escuelas y en los hogares.
El caso de Evelyn, nos muestra los
vacíos y vulnerabilidades de la política pública para prevenir la violencia de
género. Ya que nadie pudo ayudar a Evelyn y a sus hermanitas, cuando su madre
presentó una queja por violencia intrafamiliar, dos años antes de la
tragedia; nadie apoyó a tiempo a los
abuelos que ya percibían el peligro en que se encontraban las niñas. Al
parecer, los servidores públicos que
tuvieron contacto con la madre y los abuelos, no vieron nunca los avisos de un
padre agresor dispuesto a ejercer la violencia extrema, sexual y feminicida en contra de sus pequeñas hijas,
menos aún podrían entender la complicidad o la omisión de una madre inserta en
el círculo de la violencia. Lo que nos deja dolor y desesperanza (en el sentido
de desesperación y falta y de esperanza), es la oscura certeza de que actos
así, podrían repetirse, ante la falta de
sensibilidad y de profesionalismo de ministeriales, trabajadores sociales,
docentes, vecinos y otras autoridades, acostumbrados a la pasividad
burocrática, a naturalizar la violencia de género, o a ver como normales “los
accidentes” de las niñas.
Requerimos,
por tanto, funcionarios y personal que
se proponga acrecentar o adquirir capacidades para ver y aplicar las mejores
formas de intervenir bien y a tiempo, para garantizar que niñas como Évelyn, no
pierdan su vida y que en general, se tomen muy en serio su trabajo para
garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
[2]
Feminicidio en México. Aproximación, tendencias y cambios: 1985-2009. ONU
Mujeres; Comisión Especial para el Seguimiento de los Feminicidios, Cámara de
Diputados, LXI Legislatura, INMUJERES y El COLMEX a partir de INEGI,
Estadísticas vitales. 1° Edición, 2011.
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