“Lo
que plantea problemas no es el deseo sexual, es el miedo a la homosexualidad;
hay que explicar por qué esta simple palabra desata temores y odios. Hay que
preguntarse, por tanto, por el modo en que el mundo heterosexual piensa y
fantasmea sobre la homosexualidad”
Guy
Hocquengheim (1972)
“Homofobia:
Aversión obsesiva hacia
las
personas homosexuales.”
Real
Academia Española
La
historia universal aporta registros muy antiguos de la homosexualidad, como
testimonio de que las relaciones entre personas del mismo sexo existen desde
tiempos remotos. En la Italia prehistórica, en el Imperio Romano, en la
civilización China, en todos los tiempos y en todas las culturas, aparecen las
evidencias de relaciones entre personas del mismo sexo. Llegamos al siglo XXI
sin dudas de que la diversidad sexual es parte de la naturaleza humana.
No
obstante, la hegemonía de una ideología patriarcal y heterosexual ha
predominado en las leyes familiares por siglos y por ello, las respuestas sociales ante la
homosexualidad, han sido diversas, desde las de aceptación, la neutralidad,
hasta la discriminación y estigmatización expresada a partir de la aplicación de prohibiciones
específicas, castigos físicos diversos, hasta el exterminio.
Fue
apenas en el tardío siglo XIX, que con el avance de los estudios sobre la
sexualidad humana, apareció el término de homosexualidad. Foucault, en su
historia de la sexualidad, señala que en Europa, para esta época, ya podía
hablarse del homosexual como personaje, como un actor social que se autoidentificaba;
es decir personas que se veían obligadas a enfatizar y reivindicar su identidad
homosexual para enfrentar el sufrimiento de la discriminación y gradualmente
construir identidades colectivas, para reclamar sus derechos ciudadanos y un
lugar social no estigmatizado.
La historia de la homosexualidad en
México es aún desconocida, nos falta mucho por aprender e investigar. Existen
algunas aproximaciones a historias fragmentadas, a historias personales desde
la biografía, como lo es el caso de Amelio Robles, estudio realizado con
maestría por Gabriela Cano. Se trata
del caso de una mujer transgénero que logra afianzar su identidad militar
dentro del ejército zapatista, en donde la trataron siempre como varón e
incluso tuvo a lo largo de su vida a dos esposas. La importancia de este
estudio es tal, que ha impactado la historiografía de la Revolución Mexicana,
que nunca antes reconoció la diversidad sexual en las filas revolucionarias.
Así podemos imaginarnos cuantas
historias nos han contado en forma limitada o sesgada para “normalizar” los
acontecimientos y para garantizar el orden social dentro de una ideología
heteronormativa hegemónica.
La
historia tiene también grandes evidencias de la homofobia y sus diversas formas de discriminación hacia
las personas con orientaciones sexuales diferentes. La definición misma de la
homofobia va más allá de la definición que ofrece la Real Academia, hay nuevas
interpretaciones que permiten comprender que la homofobia es el rechazo no solo
a la pareja homosexual, sino que se trata de una ideología que denigra las
cualidades consideradas femeninas que tienen los hombre así como las cualidades
consideradas masculinas entre las mujeres. Esto quiere decir, que incluso
personas heterosexuales son susceptibles de recibir trato homófobo por no
cumplir con los patrones de virilidad masculina o los estereotipos femeninos,
que el orden social reclama.
Así
la homofobia puede anidar en instituciones de estado, en sus leyes y en la
familia, en la Iglesia, en la escuela, en el parlamento, en la milicia, en el
mundo deportivo, en los medios de comunicación, en la publicidad, en el trabajo
y el ejército, entre tantos otros.
De
esta manera, un sacerdote, maestro, abogado, juez, médico, psicólogo, policía,
ama de casa, deportista o comunicador,
que piensa que el amor entre personas del mismo sexo es anormal,
peligroso, perverso, pecaminoso, ilegal, enfermo y un sinsentido, quizá esté en
el camino a convertirse en un ser homófobo.
Actualmente
en México hay avances significativos en la ley, para garantizar los derechos
humanos de las personas homosexuales, son resultados de largas luchas de grupos
organizados de la sociedad civil y los colectivos de activistas. El delito de
crimen de odio, la sanción a la discriminación por homofobia y la posibilidad
de realizar matrimonios civiles entre personas del mismo sexo e incluso la
posibilidad de adoptar legalmente, son conquistas recientes y muy
significativas para avanzar hacia una sociedad más justa y más incluyente.
No
obstante tenemos un reto importante aún respecto a expresiones diversas de
violencia homofóbica y se puede afirmar que la población tiene una opinión
dividida sobre estos temas. En una encuesta realizada en 2014 por el PEW
Research Center, en México hay un 49 % de personas a favor de los matrimonios
entre personas del mismo sexo y un 43% en contra, así como un 8% que dijo no
saber que opinar al respecto.
Por
ello, el papel de los medios y del sistema educativo para combatir la homofobia
ocupa un papel importante. Lo primero es garantizar que los cambios a la ley se
lleven a la práctica, en todos los niveles estatales y locales. También nos hacen falta mantener informada a
la población de los resultados de nuevas investigaciones, para contar con
conceptos y experiencias que permitan entender este fenómeno de manera más
integral, como se puede apreciar en la siguiente definición que nos ofrece la American Psychological Association, American
Psychiatric Association y National Association of Social Workers planteada al Tribunal Supremo de California:
La
homosexualidad no es ni un trastorno ni una enfermedad, sino una variante
normal de la orientación sexual humana. La inmensa mayoría de gays y lesbianas
viven vidas felices, sanas, bien adaptadas y productivas. Muchos gays y
lesbianas mantienen relaciones permanentes con personas del mismo sexo. En
términos psicológicos esenciales, estas relaciones son el equivalente de las
relaciones heterosexuales. La institución del matrimonio permite a los
individuos un rango de beneficios que tienen un impacto favorable en su
bienestar físico y mental. Un gran número de niños están siendo criados
actualmente por lesbianas y gays, tanto en parejas del mismo sexo como madres y
padres solteros. La investigación empírica ha mostrado de manera consistente
que los progenitores homosexuales no se diferencian de los heterosexuales en
cuanto a habilidades parentales, y que sus hijos no muestran ningún déficit
comparados con hijos criados por progenitores heterosexuales.
Actualmente
San Luis Potosí entra al escenario de las entidades y los países que han dado
un paso adelante para garantizar los derechos de las parejas homosexuales, las
voces de quienes tienen temores y dudas, desde luego son comprensibles por la
falta de información y educación sexual, no obstante, no pueden dejar de ser
voces sin argumentación sustentada, que discriminan y que lastiman, no solo a
la comunidad lésbico-gay, sino a toda una sociedad que reclama inclusión y
mejores formas de convivencia humana.