Como toda obra humana,
los libros de texto gratuitos son perfectibles,
y, de hecho, al paso del tiempo,
con el trabajo y la experiencia adquiridos,
los anteriores se fueron mejorando mucho
hasta el punto de competir con los mejores.
El problema es que en los libros actuales
hay un retroceso en su calidad y eso es inaceptable.
Lorenza Villa, 2011.
En la última década del siglo XX, ya era visible que los libros
de texto eran indispensables para operar el sistema educativo mexicano. Las
polémicas e intervenciones para participar en el rumbo de la educación y sus
libros, mostraron que los ciudadanos y
los especialistas de la educación, no
querían que fueran usados como un medio para hacer propaganda de las acciones
del gobierno, sino como instrumentos educativos de calidad centrados en el
aprendizaje de los niños.
En los años ochenta y noventa, los mexicanos vivieron
momentos de gran incertidumbre económica, no se veían mejoras, pese al impulso de
diversas reformas económicas, eran tiempos de constantes crisis y devaluaciones
del peso frente al dólar. No obstante la descomposición política durante estos
años fue enorme, pues fue cuando se asentaron los carteles del narcotráfico, se
inician una serie de privatizaciones de
paraestatales que generan a nuevos ricos y mayor desigualdad y se cometen
fraudes que encienden el descontento popular. En este contexto surgió el
levantamiento de pueblos indígenas del Ejercito Zapatista. El rumbo del país y
de la educación estaba a debate. La presión ciudadana demandaba una reforma
política y demandaban también, mayor calidad en la educación y en los libros de
texto.
Durante la última etapa del Salinismo, Ernesto Zedillo dirigió la SEP y
posteriormente fue Presidente de México, se puso especial atención en señalar
la importancia de cambiar el rumbo de la educación para que respondiera al
nuevo escenario mundial. La intención de la SEP fue dar curso a la
modernización educativa del nuevo país a partir de un nuevo discurso educativo
e histórico para que los mexicanos estudiaran en acuerdo con el desarrollo económico
y el Tratado de Libre Comercio.
El equipo gobernante tenía formación tecnócrata en el
extranjero y en ese sentido planteaban las prioridades en todos los ámbitos.
En medio de movilizaciones de maestros que demandaban
mejoras salariales y democracia sindical,
surgió el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica,
con la que se estableció como obligatoria la educación preescolar, primaria y
secundaria. Los libros y planes de estudios fueron también modificados, de estar organizados por áreas, pasaron a
serlo por asignaturas.
La Ley General de Educación recientemente modificada,
planteaba su interés por volver a escribir libros de Historia, pues después de
20 años de Ciencias sociales, la asignatura se había desdibujado.
El año 1992-1993, se declaró Año de la Historia de México y se encargó a Héctor Aguilar Camín y
a Enrique Florescano que hicieran los nuevos libros de historia.
Fueron los libros más criticados, no solo en sus
contenidos sino también por haberse hecho por designación del Secretario de
Educación y sin someterse a concurso.
Los partidos políticos de oposición al PRI, desde la
cámara de Diputados, expresaron que estos libros buscaban justificar el
proyecto económico impuesto por el gobierno, que pretendían manipular ideológicamente
a los estudiantes. Tras la polémica, en la que también opinaron los
intelectuales y el ejército, la SEP tuvo
que dar marcha atrás.
Los temas más criticados fueron: la
forma en que se abordó la época colonial (se relativiza la violencia de la conquista);
la disminución del valor histórico del Cardenismo; la incorporación de un
apartado sobre el movimiento del 68 que incomodó al ejército y finalmente la
inclusión de una afirmación apologética del TLC
en la que aparecía la imagen de Carlos Salinas como héroe del mismo.
La Reforma Educativa, avanzaba
lentamente, pero los cambios a la educación fueron significativos en relación a
años anteriores, Pablo Latapí destacó que en el nuevo plan de estudios:
- Se daba
prioridad a la lecto-escritura y a las capacidades de expresión oral.
- Se ampliaba
el tiempo dedicado al estudio de las matemáticas y resolución de
problemas, en toda la primaria.
- Las ciencias
naturales estarían ligadas a temas de salud y protección del medio
ambiente.
- Se recupera
el estudio sistemático de algunas materias como la historia, la geografía
y la educación cívica, especialmente a partir del cuarto grado.
- Se alienta
la enseñanza de la educación física y artística.
Olac Fuentes Molinar, al frente de la
Subsecretaría de Educación Básica, abrió convocatorias y formó equipos con
especialistas y maestros para que se hicieran los nuevos libros. Se renovaron
39 libros, de los cuales 14 fueron otorgados mediante concursos públicos. También
se hicieron Libros para el maestro y se actualizaron las monografías de los
estados. Además de cerca de 200 materiales de apoyo para las escuelas.
En la enseñanza de la Historia se colocó
un particular interés y vigilancia. Olac Fuentes y un grupo de especialistas,
optaron por dar prioridad al enfoque cognitivo, para desarrollar habilidades para
el conocimiento histórico. De esta manera los profesores debían promover la empatía
por el conocimiento del pasado; manejar relaciones del pasado con el presente;
de ruptura y continuidad; habilidades para comprender el tiempo histórico (se
incluye el uso de las líneas del tiempo) así como de mapas históricos; los
niños y niñas se convirtieron en sujetos históricos y aprendían que la vida
cotidiana era también historia. Temas de
su historia familiar y local, como nunca antes, se interrelacionaban con los
temas del mundo global. Hubo además libros del maestro que ofrecían
fundamentación pedagógica y actividades
diversas de los enfoques para la enseñanza de
los nuevos contenidos educativos. Muchos diagnósticos, foros y diálogos
sirvieron para generar opinión y participación de los maestros de todo el país.
A más de 50 años de producir libros de texto
gratuitos en nuestro país, es posible valorar el importante avance pedagógico y
colaborativo que significaron los textos de los noventas, mucho se debió
también a la participación crítica de la ciudadanía y de la academia. La
vigilancia social de los contenidos y calidad de los mismos debe ser una
actividad permanente, pues la tendencia no necesariamente es progresiva, proyectos
como éstos pueden decaer en calidad. Prueba de ello es que algunos de los
libros de los noventa, no han podido ser superados, sino por el contrario,
durante el gobierno de Felipe Calderón, se observó un retroceso significativo
en la calidad de contenidos educativos y en las formas de hacer libros, pues se
descuidaron aspectos tan básicos como la ortografía y se observan grandes retos
para aplicar el enfoque de competencias.
No obstante los libros no deben ser los únicos
medios de enseñanza, pues como señala Lorenza Villa: “el futuro de los libros
está relacionado con la capacidad del sistema educativo, de las escuelas y de
los maestros para abrirse a la diversidad de herramientas existentes y a otros
medios de enseñanza, particularmente las nuevas tecnologías, con el objetivo de
estimular la innovación de métodos y la creatividad de los maestros.” (1)
Lorenza Villa Lever, “Reformas
Educativas y libros de texto gratuitos”, en Rebeca Barriga, (Ed.), Entre paradojas: a 50 años de los libros de
texto gratuitos, México, COLMEX, SEP y CONALIEG, 2011, p.175.