miércoles, 24 de septiembre de 2014

Avances y retrocesos de calidad en los libros de texto gratuitos


Como toda obra humana,
los libros de texto gratuitos son perfectibles,
y, de hecho, al paso del tiempo,
con el trabajo y la experiencia adquiridos,
los anteriores se fueron mejorando mucho
hasta el punto de competir con los mejores.
El problema es que en los libros actuales
hay un retroceso en su calidad y eso es inaceptable.
Lorenza Villa, 2011.


En la última década del siglo XX, ya era visible que los libros de texto eran indispensables para operar el sistema educativo mexicano. Las polémicas e intervenciones para participar en el rumbo de la educación y sus libros,  mostraron que los ciudadanos y los especialistas de la educación,  no querían que fueran usados como un medio para hacer propaganda de las acciones del gobierno, sino como instrumentos educativos de calidad centrados en el aprendizaje de los niños.

En los años ochenta y noventa, los mexicanos vivieron momentos de gran incertidumbre económica,  no se veían mejoras, pese al impulso de diversas reformas económicas, eran tiempos de constantes crisis y devaluaciones del peso frente al dólar. No obstante la descomposición política durante estos años fue enorme, pues fue cuando se asentaron los carteles del narcotráfico, se inician una serie de privatizaciones  de paraestatales que generan a nuevos ricos y mayor desigualdad y se cometen fraudes que encienden el descontento popular. En este contexto surgió el levantamiento de pueblos indígenas del Ejercito Zapatista. El rumbo del país y de la educación estaba a debate. La presión ciudadana demandaba una reforma política y demandaban también, mayor calidad en la educación y en los libros de texto.

Durante la última etapa del Salinismo,  Ernesto Zedillo dirigió la SEP y posteriormente fue Presidente de México, se puso especial atención en señalar la importancia de cambiar el rumbo de la educación para que respondiera al nuevo escenario mundial. La intención de la SEP fue dar curso a la modernización educativa del nuevo país a partir de un nuevo discurso educativo e histórico para que los mexicanos estudiaran en acuerdo con el desarrollo económico y  el Tratado de Libre Comercio.

El equipo gobernante tenía formación tecnócrata en el extranjero y en ese sentido planteaban las prioridades en todos los ámbitos.

En medio de movilizaciones de maestros que demandaban mejoras salariales y democracia sindical,  surgió el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica, con la que se estableció como obligatoria la educación preescolar, primaria y secundaria. Los libros y planes de estudios fueron también modificados,  de estar organizados por áreas, pasaron a serlo por asignaturas.

La Ley General de Educación recientemente modificada, planteaba su interés por volver a escribir libros de Historia, pues después de 20 años de Ciencias sociales, la asignatura se había desdibujado.

El año 1992-1993, se declaró Año de la Historia de México y se encargó a Héctor Aguilar Camín y a Enrique Florescano que hicieran los nuevos libros de historia.

Fueron los libros más criticados, no solo en sus contenidos sino también por haberse hecho por designación del Secretario de Educación y sin someterse a concurso.

Los partidos políticos de oposición al PRI, desde la cámara de Diputados, expresaron que estos libros buscaban justificar el proyecto económico impuesto por el gobierno, que pretendían manipular ideológicamente a los estudiantes. Tras la polémica, en la que también opinaron los intelectuales y el ejército,  la SEP tuvo que dar marcha atrás.

Los temas más criticados fueron: la forma en que se abordó la época colonial (se relativiza la violencia de la conquista); la disminución del valor histórico del Cardenismo; la incorporación de un apartado sobre el movimiento del 68 que incomodó al ejército y finalmente la inclusión de una afirmación apologética del TLC  en la que aparecía la imagen de  Carlos Salinas como héroe del mismo.

La Reforma Educativa, avanzaba lentamente, pero los cambios a la educación fueron significativos en relación a años anteriores, Pablo Latapí destacó que en el nuevo plan de estudios:

  1. Se daba prioridad a la lecto-escritura y a las capacidades de expresión oral.
  2. Se ampliaba el tiempo dedicado al estudio de las matemáticas y resolución de problemas, en toda la primaria.
  3. Las ciencias naturales estarían ligadas a temas de salud y protección del medio ambiente.
  4. Se recupera el estudio sistemático de algunas materias como la historia, la geografía y la educación cívica, especialmente a partir del cuarto grado.
  5. Se alienta la enseñanza de la educación física y artística.

Olac Fuentes Molinar, al frente de la Subsecretaría de Educación Básica, abrió convocatorias y formó equipos con especialistas y maestros para que se hicieran los nuevos libros. Se renovaron 39 libros, de los cuales 14 fueron otorgados mediante concursos públicos. También se hicieron Libros para el maestro y se actualizaron las monografías de los estados. Además de cerca de 200 materiales de apoyo para las escuelas.

En la enseñanza de la Historia se colocó un particular interés y vigilancia. Olac Fuentes y un grupo de especialistas, optaron por dar prioridad al enfoque cognitivo, para desarrollar habilidades para el conocimiento histórico. De esta manera los profesores debían promover la empatía por el conocimiento del pasado; manejar relaciones del pasado con el presente; de ruptura y continuidad; habilidades para comprender el tiempo histórico (se incluye el uso de las líneas del tiempo) así como de mapas históricos; los niños y niñas se convirtieron en sujetos históricos y aprendían que la vida cotidiana era también historia.  Temas de su historia familiar y local, como nunca antes, se interrelacionaban con los temas del mundo global. Hubo además libros del maestro que ofrecían fundamentación pedagógica  y actividades diversas de los enfoques para la enseñanza de  los nuevos contenidos educativos. Muchos diagnósticos, foros y diálogos sirvieron para generar opinión y participación de los maestros de todo el país.

A más de 50 años de producir libros de texto gratuitos en nuestro país, es posible valorar el importante avance pedagógico y colaborativo que significaron los textos de los noventas, mucho se debió también a la participación crítica de la ciudadanía y de la academia. La vigilancia social de los contenidos y calidad de los mismos debe ser una actividad permanente, pues la tendencia no necesariamente es progresiva, proyectos como éstos pueden decaer en calidad. Prueba de ello es que algunos de los libros de los noventa, no han podido ser superados, sino por el contrario, durante el gobierno de Felipe Calderón, se observó un retroceso significativo en la calidad de contenidos educativos y en las formas de hacer libros, pues se descuidaron aspectos tan básicos como la ortografía y se observan grandes retos para aplicar el enfoque de competencias. 

No obstante los libros no deben ser los únicos medios de enseñanza, pues como señala Lorenza Villa: “el futuro de los libros está relacionado con la capacidad del sistema educativo, de las escuelas y de los maestros para abrirse a la diversidad de herramientas existentes y a otros medios de enseñanza, particularmente las nuevas tecnologías, con el objetivo de estimular la innovación de métodos y la creatividad de los maestros.” (1)

Lorenza Villa Lever, “Reformas Educativas y libros de texto gratuitos”, en Rebeca Barriga, (Ed.), Entre paradojas: a 50 años de los libros de texto gratuitos, México, COLMEX, SEP y CONALIEG, 2011, p.175.











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