Tanto en diciembre de 2011 como el pasado 27 de
septiembre, las prácticas represivas de las fuerzas policiacas en la que jóvenes estudiantes de la Normal Rural de
Ayotzinapa en Guerrero, han perdido vidas, o su libertad, en formas violentas, muestran
las limitaciones de los servidores públicos para actuar con respeto a los
derechos humanos de los jóvenes. Recordemos
que los normalistas no están pidiendo nada fuera de este mundo, sus demandas
son por más recursos para sus escuelas, becas, justicia y libertad para sus
compañeros detenidos, y no están convencidos de los beneficios de las reformas
educativas, a las que incluso ven como un riesgo para sus conquistas históricas,
insisten en pedir hasta tercamente, garantías
de un trabajo y un futuro en el sistema educativo.
Este dos de octubre, recordamos que en México, dialogar
con los jóvenes es una prueba sistemática para los gobiernos, una prueba que a
menudo se sigue reprobando en el estado de Guerrero. Los mexicanos tenemos memoria de eventos
dramáticos por la falta de capacidad de negociación, de diálogo y de paciencia,
con los estudiantes movilizados, pues sus luchas son más difíciles de prever,
no se mueven en los esquemas jurídicos de las luchas laborales o los
movimientos políticos, usan otros lenguajes éticos en los que afloran otras
rebeldías.
En una revisión histórica del tratamiento dado a los
movimientos estudiantiles, encontraríamos dramáticos ejemplos en los que se ha
optado más por el método del garrote, la cooptación o el cohecho, antes que el diálogo
y la tolerancia.
En el caso de Ayotzinapa, es notable la actuación
excesiva de las fuerzas policiacas, lo cual nos recuerda que esto no es nuevo,
pues ya ha sucedido en nuestro país, con terribles consecuencias. Hablemos por ello, de la Historia, del
movimiento estudiantil del 68, de sus contextos culturales y políticos.
Los años sesentas fueron denominados como el fin del
sueño, haciendo referencia al término del periodo de “desarrollo estabilizador”
en el que se calculaba que tendríamos una modernización y desarrollo sostenido
que daría estabilidad a los mexicanos, un sueño que solo se cumplió para unos
cuantos. Por el contrario, crisis en el
campo, incremento de procesos migratorios a los EUA y múltiples huelgas reprimidas, fueron el día a
día de los años sesentas.
Los gobiernos previos al de Díaz Ordaz, no estuvieron
libres de la mano dura, movimientos de ferrocarrileros, petroleros y mineros,
así como de maestros y médicos habían sido reprimidos y señalados como
manipulados por intereses extranjeros y
comunistas, para deslegitimarlos.
Gustavo Díaz Ordaz fue señalado como un presidente duro,
autoritario y malo para entender al
pueblo y a los jóvenes.
La contracultura y la actitud contestataria, según José
Agustín, tomó forma más en la literatura
que en la música, además la televisión apenas iba ganando fuerza en el control
de las masas a través de las comunicaciones. Es importante decir que las
mujeres de los años sesentas no estuvieron ausentes de los actos rebeldes y
antiautoritarios. Lo hicieron incluso en un marco de mayor control patriarcal que
los hombres. Pero sin duda compartían el plan de lucha, las demandas de sus
compañeros varones tanto como la represión.
Una ola de rebeldía juvenil afloraba en formas
inesperadas y rechazadas por los adultos de entonces: los chicos tuvieron el
pelo largo como nunca antes y las jóvenes estaban entrando a las universidades
en formas masivas, eran un grupo muy diverso, algunas tomaron la moda de la
minifalda y compartieron también las modas hippies, la psicodelia, oían rock
and rol, bailaban soltando el cuerpo, probaron incluso sustancias
psicotrópicas. Pero su rebeldía también era política, bajo el lema de amor y paz, criticaban la guerra y las
formas tradicionales de gobernar y la falta de opciones democráticas.
En el verano de 1968, nuestro país estaba al tanto de las
noticias de las próximas olimpiadas, pero a la par un conjunto de agravios
entre estudiantes y fuerzas armadas, en una relación desigual, generaron un
poderoso movimiento que incomodaba mucho al presidente y a su gabinete. Los
actos de los jóvenes fueron reprimidos en forma desmedida y brutal. Todo inició
por un pleito entre preparatorianos, posteriormente hubo la detención ilegal de
jóvenes, supuestos comunistas, lo que fue incrementando el descontento estudiantil. Para finales de julio se dio un
enfrentamiento de los jóvenes con los granaderos; la respuesta nuevamente fue
desproporcionada, con un bazukazo del ejército contra la Escuela Nacional
Preparatoria. El movimiento creció
frente a esa respuesta del gobierno, se formó el Comité Nacional de Huelga
(CNH) para detener la represión y convocar al diálogo con el gobierno, el
comité tuvo el apoyo de intelectuales y de la izquierda.
Las fotografías de las marchas y la labor educativa de
los jóvenes con la población, demuestran que participaban muchas jovencitas que
eran activistas entusiastas y persistentes durante todo ese verano de lucha
estudiantil. Repartían volantes, asistían a las asambleas, hacían guardias, así
como otras múltiples tareas.
El presidente Díaz Ordaz, condenaba cada una de las
crecientes movilizaciones de los jóvenes y los etiquetaba sistemáticamente como
controlados por fuerzas extranjeras, antes que resolver con el diálogo, optó
por la fuerza. Mientras los jóvenes portaban en sus mantas mensajes tales como:
“Soldado no dispares, tú también eres pueblo”.
“Nada con la fuerza, todo con la razón”.
“Libros sí, granaderos no”.
“'Estos son los agitadores: Ignorancia, Hambre y
Miseria”.
Para septiembre, el movimiento realizaba marchas de hasta
300 mil jóvenes y optaban por tácticas de no confrontación, como la marcha silenciosa,
con la que deseaban evitar ser acusados de injuriosos por la prensa.
En 2014, no podemos
decir que avanzamos en el trato con los estudiantes cuando vemos que se les dispara
y se les desaparece. Por ello, este dos de octubre en homenaje a los que
perdieron la vida en Tlatelolco y Ayotzinapa, escuchemos a las organizaciones
de derechos humanos que en solidaridad con los jóvenes de la Normal Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa convocan a la comunidad internacional y
a la sociedad civil a urgir a las autoridades Estatales y Federales a:
1. Llevar a cabo una investigación independiente,
expedita y eficiente de todos los hechos ocurridos el 26 y 27 de septiembre de
2014 en Iguala.
2. Procesar y sancionar a los Policías municipales
responsables de las ejecuciones extrajudiciales, así como a las autoridades
Municipales que omitieron y consintieron las graves violaciones a los derechos
humanos descritas.
3. Iniciar los procesos administrativos y judiciales
contra autoridades Estatales y Federales que faltaron a su deber de prevenir
razonablemente estas graves violaciones a los derechos humanos.
4. Realizar las investigaciones y acciones de búsqueda
para dar con el paradero y presentación con vida de los 55 estudiantes
desaparecidos.
5. Implementar medidas cautelares a fin de garantizar y
salvaguardar la integridad física y psicológica de los 55 estudiantes
desaparecidos.
6. Garantizar la atención integral, médica y psicológica,
de los estudiantes lesionados.
7. Establecer la verdad y reparar integralmente los daños
a las víctimas y sus familiares.
8. Garantizar la seguridad e integridad de los
estudiantes que han denunciado los hechos y de las personas defensoras que
acompañan en su proceso a los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, en
acuerdo a lo establecido en la Declaración sobre el derecho y la
responsabilidad de los individuos, grupos y órganos de la sociedad de promover
y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidos
universalmente.(1)
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