jueves, 21 de agosto de 2014

Rasurando al león en su propia jaula

En 1938 el gobierno cardenista emprendió la expropiación de la industria del petróleo. Básicamente se trataba de cinco capitales de la explotación petrolera, según Lorenzo Meyer: La Huasteca y El Águila, que tenían unos 200 millones de dólares invertidos en equipo y concesiones de terrenos por cerca de un millón de hectáreas. Le seguían en importancia, la Standar Oil, la Corona y la Sinclair. En 1934 también actuaba Petromex de capital mexicano, con muy poca importancia económica aún.1

Es estado Cardenista se había procurado una fuerte base social, no apoyó las posturas antisindicalistas de Calles y  arribaba a nuevas alianzas corporativistas de los trabajadores con el deseo de construir un gobierno basado en el apoyo popular. De esta manera en 1936 se fundó la CTM Central de Trabajadores de México, que reunía a una gran cantidad de sindicatos pequeños y medianos de todo el país.

Cuando Cárdenas decide expropiar la industria petrolera, eran momentos en los que contaba con un fuerte apoyo del nuevo sindicalismo y además había logrado crear un ejército centralizado, así como el gradual desarme de diferentes grupos armados regionales.

Se sentaban las bases de la legitimidad factual de un estado  basado en una tradición liberal, en la no reelección y el nacionalismo revolucionario  como ideología hegemónica. Todos aquellos que no respaldaran estos principios quedaban en la ilegitimidad. Como le sucedió al Caudillo potosino Saturnino Cedillo, que deseaba seguir controlando el poder regional y para ello acudía a las viejas formas tradicionales de control sostenida por grupos armados de campesinos.  Cárdenas promovía una nueva configuración de la clase política, estaba consciente de su heterogeneidad y  poco a poco iba socavando los autoritarismos regionales.

La expropiación demostró la fuerza de las nuevas bases de legitimidad del estado posrevolucionario, pues aunque en San Luis Potosí estaba un fuerte grupo armado, opositor a Cárdenas, no funcionó como en el pasado.

Mateo Hernández Netro,  gobernador Cedillista,  fue quien promovió el desconocimiento de  Cárdenas como Presidente. Este levantamiento contra el poder central, fue conocido como la Rebelión Cedillista, surgió en el contexto de la expropiación petrolera y en momentos en que México era condenado  por la prensa internacional y fustigado por la diplomacia estadounidense y británica, para restablecer el poder de las compañías petroleras.

Cárdenas siguió dando sorpresas, el 18 de mayo se presentó en San Luis Potosí, “para rasurar al león en su propia jaula” como se solía decir. Antes de que hubiera más adhesiones de otros estados, llegó a enfrentar el problema. Caminó sin guardia, por plazas y calles y desde el balcón del palacio de gobierno llamó a los potosinos a que no apoyaran la rebelión cedillista:

Penoso es confesar que aquí, en San Luis Potosí, se vive en inquietud, se habla de sublevaciones, señalándose como causante de todo ello al general Saturnino Cedillo, quien a pesar de que la expropiación petrolera ha hecho vibrar en todos los corazones mexicanos la emoción más viva al ver desplazadas a las compañías extranjeras […] viene dedicándose desde hace tiempo a actividades subversivas; tratando de hacer proselitismo para una rebelión, sin conseguirlo, pues el pueblo está solidarizado con el gobierno para resguardar los intereses de la patria, antes que servir de factor para satisfacer pasiones internas que deberían olvidarse en estos momentos de prueba que vive el país.2

 Cárdenas se quedó varios días e incluso hizo giras por Matehuala y Rio Verde, recibiendo entusiasta apoyo de sindicatos y grupos organizados. El gobernador Netro se escondió en algún lugar de la ciudad y Saturnino Cedillo se replegó hacia la región huasteca. Aunque la hermana de Cedillo habló con Cárdenas y obtuvo una amnistía y un salvoconducto para salvar la vida del caudillo, este continuó en rebelión. Días después, sus tropas volaron trenes en Ciudad Cárdenas  y descarrilaron el tren de pasajeros a Laredo. Sobrevolaban constantemente con aviones la casa donde se estableció el presidente.

En respuesta,  el poder central se afianzó en toda forma en la entidad. Promovió la anulación de los poderes del ejecutivo, legislativo y judicial, de San Luis Potosí. Para el 28 de mayo ya había nuevo gobernador, el General de división Genovevo Rivas Guillén y para el 29 de mayo la esposa e hijas de Saturnino Cedillo estaban saliendo rumbo a Estados Unidos  y el  depuesto gobernador Hernández Netro se rindió en forma incondicional. Pronto se multiplicaron los apoyos locales y regionales a la obra cardenista. Llegaron a San Luis múltiples telegramas de adhesión de gobernadores y senadores, incluidos los de muchos excallistas.

Cárdenas tomo una medida audaz e incluso temeraria, al presentarse en San Luis, y rodeado de enemigos, convocar a fortalecer la legitimidad del estado, al  decir que la actitud de Cedillo era injustificada, antirrevolucionaria, antipatriótica, restándole así cualquier legitimidad a los alzados y a las viejas prácticas donde pasiones internas se anteponían a los intereses de la patria.

Cedillo decidió seguir en combate contra el ejército federal por más tiempo  y murió marcado como antipatriota, el 10 de enero de 1939.

Después de 1938, las reformas cardenistas perdieron impulso, en parte por las fuertes presiones externas, pues la venta del petróleo mexicano que prometía ser todo un éxito por sus bajos precios, era bloqueada por los Estados Unidos en el mercado internacional, lo mismo que la venta de plata y otros productos.

El carismático General, ya no pudo hacer otros de sus proyectos, por ejemplo, la expropiación de las empresas mineras que tanto hubieran cambiado el perfil de nuestra región.  Decidió continuar con  la reforma agraria, -que también fue muy criticada por los norteamericanos-, aunque en formas menos vigorosas.

Uno de los aportes más duradero del cardenismo, no hay que olvidarlo, no fue económico, sino político. Fue el fortalecimiento de las bases de legitimidad de un estado corporativo, amparado en la ideología de la Revolución Mexicana, centralizado y fuerte, que sigue funcionando pese a todo.  Paradójicamente, son esas bases, las que ahora permiten que la actual clase política emprenda nuevas reformas estructurales, mismas que les generan un gran reto, puesto que quienes las impulsan, aún no convencen a la población de que son reformas y medidas patrióticas, ni históricamente indispensables,  ni existe confianza en la eficacia y honestidad con que se negocian.

1 Lorenzo Meyer,  México y los Estados Unidos en el conflicto petrolero (1917-1942), El Colegio de México, México, 1972.


2 Discurso del Presidente Cárdenas, 18 de mayo de 1938, citado por Gustavo Corona Figueroa, Lázaro Cárdenas y la expropiación de la Industria Petrolera en México. Bib. de Nicolaitas notables, No. 56, Morelia, Mich, México, 1996, p.358.

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