Las
cuotas electorales no implican el reconocimiento de una identidad esencial de
ser mujer, sino que constituyen un mecanismo para contrarrestar la
subordinación y generar mejores condiciones para la igualdad real. Las cuotas
se sustentan en el concepto de equidad, que plantea un trato diferente a los
desiguales para garantizar la igualdad. [i]
Según
el informe PAIS que analizó la calidad de la ciudadanía que tenemos en México,
las mujeres aparecen sub-representadas en las listas electorales, en las
direcciones de los partidos, y por supuesto son aún pocas las que llegan a
ocupar una curul en las cámaras de Diputados y Senadores. Están
sub-representadas en todos los niveles del poder político. No obstante, las
mujeres, fueron el grupo más numeroso de votantes en las elecciones de 2012,
donde constituyeron más del 66% de los votos, superando en 8.38% al voto
masculino. Dice el informe:
“Aun cuando las mujeres están
sub-representadas con relación a los hombres en el Poder Legislativo Federal (cámara
de Diputados 26.2% y senadores 22.7%, según datos de 2012)
las primeras participan más que los
segundos en el ámbito electoral: mujeres 66.08% y hombres 57.77%”. [1]
Estos
datos requieren una mayor reflexión y mayores investigaciones. Aquí haremos una
aproximación general al tema. Lo primero que debemos valorar son los avances de
las políticas de igualdad de género que se han venido desarrollando desde los
años 90s en América Latina y en nuestro país –resultado de las luchas de las
mujeres y organizaciones feministas- para alentar la participación de las
mujeres en la vida democrática.
Considerando
que en muchos países de la región, las mujeres tuvieron acceso al voto hasta la
segunda mitad del siglo XX y en México en 1953, cabe decir que fueron incluidas en la vida
política principalmente como electoras, como bases corporativas de los
partidos, pero no como representantes y líderes que toman decisiones. En los
partidos se reproducen los estereotipos de género en donde los que mandan a
alto nivel son los hombres y las mujeres son constreñidas a comisiones
femeniles a las que no les dan mucho poder. Esto es lo que explica en parte, la
construcción histórica de la sub-representación de las mujeres en los espacios
parlamentarios.
Desde
el ámbito internacional, desde 1979, se venía planteando el problema de la
desigualdad entre hombres y mujeres, así como las acciones para cambiar las
brechas de esas desigualdades injustas, lo cual implica la puesta en práctica
de acciones afirmativas para generar igualdad.
En las Conferencias de Nairobi en 1985 y de Beijing en 1995, se marcaron
acciones y tendencias con mayor firmeza para generar políticas para la igualdad
de género en la política. Especialmente en Beijing, se planteó que la
afirmación de los derechos de las mujeres son derechos humanos y que la
igualdad entre los géneros es una cuestión de interés universal y de beneficio
para la humanidad.
En ese
contexto se empezaron a difundir las acciones afirmativas de género en la
política, conocidas como “cuotas de
género”, las cuales obligaban a establecer porcentajes mínimos de mujeres a
ser incorporadas en las listas de candidatos por parte de los partidos
políticos.
En
el 2000 se incluyó también la equidad de género como uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, reconociendo
que para avanzar en la igualdad de género había que promover el empoderamiento
de las mujeres.
En
la Conferencia Regional sobre la Mujeres
de América Latina y el Caribe de 2007, celebrada en Quito, se señaló la
necesidad de establecer la paridad entre los géneros. Aparecieron así, acuerdos
muy específicos para promover la paridad en la esfera política. A saber:
- Propiciar el compromiso de los
partidos políticos para implementar acciones afirmativas y estrategias de
comunicación, financiación, capacitación, formación política, control y
reformas organizacionales internas para lograr la inclusión paritaria de
las mujeres en su interior y en los espacios de decisiones.
- Adoptar medidas legislativas y
reformas institucionales para prevenir, sancionar y erradicar el acoso
político y administrativo contra las mujeres que acceden a puestos de
decisión por vía electoral o por designación, tanto en el nivel nacional
como local, así como en los partidos y movimientos políticos.
- Incentivar y comprometer a los
medios de comunicación para que reconozcan la importancia de la
participación paritaria de las mujeres en el proceso político, ofrezcan
una cobertura equitativa y equilibrada de todas las candidaturas, y cubran
las diversas formas de la participación política de las mujeres y los
asuntos que las afectan.
La
llegada a políticas de cuotas de género y a la paridad, no han sido producto de
una concesión de los órganos electorales, sino resultado de las luchas de las
mujeres de diferentes países que han hecho llegar sus demandas a los organismos
internacionales y han presionado en todas las formas posibles para enfrentar
las desigualdades estructurales que limitan su acceso a la participación
democrática. Las pioneras en prácticas de paridad fueron las mujeres de los
países nórdicos europeos, en donde cuentan con las legislaciones de paridad más
avanzadas. En América Latina ha costado mucho impulsar nuevas prácticas para la
inclusión de las mujeres. Primero fue ponerse de acuerdo en un porcentaje mínimo
de mujeres que debían integrar las listas electorales, incluso al principio no
se sancionaba en absoluto a los partidos por fallas al respecto.
A
la par, las feministas latinoamericanas han dado su lucha, han hecho campañas
que han impactado a corto y largo plazo,
como en Argentina que empezaron promoviendo lo que llamaron la “Ley de cupos
femeninos” en 1991, donde la cuota de mujeres debía ser del 30%; Costa Rica
desde 1988 promovió la Ley para el fomento de la igualdad social de la mujer; en
Brasil se promovió la campaña del movimiento “Mujeres sin miedo al poder” que
promovió una cuota del 20% de las listas para las elecciones municipales y
posteriormente se ha estado moviendo del 40% en 1996 al 30% en el 2000; Panamá
en 37% (1997) y México en 1996 empezó a promover la participación política de
las mujeres desde las leyes electorales, en 2002 sin hablar de acciones
afirmativas en la Ley, se acordó incluir
un 30% de mujeres, en 2008 de un 40%,
estableciendo que de cada 5 candidaturas 2 tienen que ser de género distinto y
en 2014 habla ya de paridad. [2]
Después
de los procesos electorales de 2012, en México se tuvo un avance de equidad de
género, no tanto cuantitativo sino significativo, pues el 35 % de las
diputaciones fueron ocupadas por mujeres, lo cual dio como resultado histórico
que hubiera 185 diputadas y 42 senadoras, que constituían un total de 227
curules ocupadas por mujeres. Cabe aclarar que algunos partidos políticos establecieron
sus propias reglas de paridad interna, por presión de las propias militantes,
por ejemplo el Partido Revolucionario Institucional declaró impulsar cuotas del
50% y el Partido de la Revolución Democrática del 30%. Cabe decir que estos
acuerdos generalmente no se cumplen y presentan tensiones diversas. Los partidos
burlan constantemente sus frágiles acuerdos de igualdad de género. Por ejemplo,
buscan de todas las maneras posibles garantizar la presencia masculina, en los
estudios se advierte que incluyen a las mujeres en las candidaturas donde saben
que van a perder.
En
las reformas electorales se ha incluido asimismo la obligatoriedad de dedicar un
pequeño porcentaje de los recursos asignados a los partidos para la
capacitación en perspectiva de género y para fortalecer y empoderar las
candidaturas femeninas, lo cual tampoco se hace en la mayoría de los partidos.
Recientemente
se dio a conocer el estudio de “Igualdad,
inclusión y no discriminación” [3]en
donde se muestra que los partidos siguen sin trabajar en serio por fortalecer
las candidaturas y liderazgos de las mujeres. La mayoría sigue celebrando el
día de las madres en formas tradicionales con cargo al recurso y la calidad de
la capacitación deja aún mucho que desear. El Partido Verde Ecologista, fue el ejemplo de
ignorancia y falta de respeto a la normatividad de equidad de género, pues gastó
el presupuesto en mandiles con propaganda del partido, lo cual muestra el
atraso en cultura de igualdad de género que tienen sus publicistas, pues el
mensaje que mandan a la ciudadanía es absolutamente tradicional y sexista.
Es
importante señalar que los avances de equidad de género en las leyes
electorales no se mantienen siempre en formas progresivas al paso de los años,
sino que se pueden dar los retrocesos, lo cual nos habla de la fragilidad de la
formación política y en perspectiva de género, al interior de los partidos. Los
países latinoamericanos que fueron pioneros en paridad política, es decir que
promovieron la obligación de incluir a 50% de mujeres y 50% de hombres en las
listas electorales, fueron: Venezuela (2005), Ecuador (2008), Bolivia (2009),
Costa Rica (2009). [4]
Los estudios
muestran que las cuotas de género y más aún la paridad, son prácticas políticas
de las democracias modernas que hacen visible su interés por el adelanto de las
mujeres en la participación democrática. Siendo una experiencia relativamente
reciente en América Latina, se advierte cómo al aplicarse acciones afirmativas,
se aumenta en forma sustantiva la presencia de las mujeres en las cámaras de la
siguiente manera:
“Las
diferencias entre los resultados obtenidos antes de la ley de cuotas y la
última elección son aún mayores, sobre todo en los casos de Argentina, país en
el que la representación de las mujeres aumenta del 6% al 36,2%; Costa Rica del
17,3% al 38,6%; Honduras, del 5,5% al 23,4%; Perú, del 10,8% al 29,2%; México,
del 14,2% al 22,6%, y Ecuador, del 3,7% al 16%.”[5]
Al
paso de los años, se ha reconocido que la paridad es fundamental para la
construcción de las democracias modernas y una forma necesaria para enfrentar
la exclusión estructural de las mujeres en política y cambiar los estereotipos
de género en la sociedad.
Finalmente,
cabe decir que nos encontramos en momentos en que hay un general desencanto por
los resultados que ha tenido la democracia en México y por la corrupción e
impunidad de los políticos de diverso nivel. Asimismo, siguen los efectos de la
inseguridad, la pobreza y la violencia. Seguimos teniendo ciudadanías frágiles,
con actores sociales que no confían ni en sus vecinos ni en la autoridad, que desconfían
de las instituciones y especialmente en las encargadas de la procuración de
justicia.[6] La
ciudadanía en general, se caracteriza
por tener poca experiencia asociacionista, por estar desvinculada de redes sociales
directas que vayan un poco más allá de la familia, los vecinos y las
agrupaciones religiosas.
Hay
aún mucho trabajo por hacer, pero no hay duda de que las mujeres pueden ser
agentes emergentes de la democracia y del cambio de ambiente social y político.
Ellas constituyen la mayoría de votantes registrados y activos, es tiempo de
que se hagan efectivas las acciones afirmativas para incluirlas en la
normatividad de partidos, en candidaturas con certeza y en todas las leyes
electorales. Su inclusión debe ser plena, sin trampas y sin prejuicios. Debe ir
acompañada de la formación política, de la capacitación en perspectiva de
género para hombres y mujeres de los partidos y personal de las instituciones
electorales. Solo así se podremos ir construyendo una ciudadanía de mayor
calidad, incluyente, paritaria y democrática.
[1] Informe PAÍS Sobre la Calidad de la Ciudadanía en México, INE,
COLMEX, 2014. http://www.ine.mx/archivos2/s/DECEYEC/EducacionCivica/Resumen_ejecutivo_Informe_Pais_act_15102014.pdf
(p.21)
[2] La paridad política en América Latina y El Caribe. Percepciones y
opiniones… CEPAL, serie Mujer y Desarrollo No. 108.2011. p.18.
[3] Igualdad, Inclusión y no discriminación de género en los partidos
políticos de México, INCIDE Social, y PNUD, 2014.
[4] La paridad política en América Latina y El Caribe. p.18.
[6] Ibid. p.21
[i] Hacia un horizonte paritario en América Latina: representación política
de las mujeres. Documento preparado por Virginia Guzmán y Claudia Moreno
para la Unidad Mujer y Desarrollo de la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (CEPAL). Décima Conferencia Regional sobre la Mujer de América
Latina y el Caribe Quito, Ecuador, 6 al 9 de agosto de 2007. http://genero.ife.org.mx/docs_marco/01_HaciaUnHorizonteParitarioEnAL.pdf
p.8.
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