"Afortunadamente siguen siendo hombres y mujeres de
carne y hueso quienes hacen la historia, aunque sea
en condiciones que ellos mismos no eligieron".
Julia Varela, 1997
Si reconocemos que la
presencia de mujeres profesoras es mayoritaria en las escuelas, tanto en el nivel
de preescolar como en el de primaria, debemos admitir que se trata, pues, de
una profesión feminizada en la base de la pirámide de nuestro sistema
educativo, hecho que exige abordar el estudio de los procesos escolares desde
la perspectiva del género. La maestra es, y ha sido, después de la madre, quien
más tiempo ha dedicado a conformar los hábitos y actitudes de los futuros
ciudadanos y ciudadanas. La figura de la maestra es, pues, una referencia de
análisis privilegiado para comprender el cambio histórico, social y político de
nuestro país y lo que sucede actualmente en la educación.
Si bien ahora se
reconoce que la educación básica es el espacio público en el cual se construye
la infancia, es importante recordar que las maestras han ocupado un papel fundamental
en la formación de la personalidad, costumbres y socialización temprana de las
generaciones de ciudadanos del siglo pasado y en el presente.
La
figura de las maestras mexicanas, siendo omnipresente en nuestras vidas ha sido
ampliamente olvidada en las políticas públicas y educativas.
Los estudios
demuestran que la enseñanza primaria en México pese a estar en manos
básicamente femeninas sigue siendo sexista y que las maestras participan poco
de las decisiones en el sistema educativo y en el poder sindical. Las maestras,
como grupo, han tenido y tienen poco poder para generar cambios.
Podríamos
afirmar que pese a que el magisterio tuvo una poderosa lideresa sindical, su
presencia no modificó el orden de género marcado por la desigualdad, más bien fortaleció
las creencias sexistas para organizar el trabajo en las escuelas, donde las
maestras educan a los niños pequeños y los maestros tienden a hacer labores de
mando y de acción político sindical. Hasta la fecha, las maestras difícilmente
llegan a ocupar puestos en las secciones sindicales.
Esto
que vemos, tiene una historia, pues el Estado mexicano masificó la escuela
pública, con el trabajo femenino. Así, se favoreció el crecimiento de la
instrucción pública a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Recordemos que
fue en 1867 cuando se estableció la educación primaria como obligatoria para
los niños y niñas de 7 a 12 años de edad, ello implicaba la incorporación de
maestras para educar a las niñas como se hacía –en forma segregada- en la época.
La incorporación creciente de mujeres al magisterio empezó asignando salarios
de subsistencia y frágiles condiciones laborales para las mujeres[1]. Posteriormente ellas
lucharon para cambiar su situación y lograron una igualdad de salarios en 1933,
no obstante las diferencias de mantienen en otras formas, lo más notorio es el
desigual acceso al poder y la toma de decisiones.
Esta
historia ha sido poco conocida porque se ha ocultado bajo argumentos sexistas y
estereotipados como el de que las mujeres poseen de manera natural la
disposición para el cuidado de los niños. Así, se ha pasado de largo frente al
fenómeno de feminización de la profesión docente en nuestro país, pero, hay que
reconocerlo, es un fenómeno que se presenta en todo el mundo, incluso, en los
países desarrollados esta tendencia a la feminización de la docencia se
mantiene fuerte e irrefrenable, a pesar de que las mujeres tienen amplias
oportunidades de explorar otras profesiones.
En el siguiente cuadro
podemos ver datos de la presencia de
mujeres en el magisterio de educación básica en América latina en un momento de
desarrollo de los proceso de feminización docente.
PARTICIPACIÓN
FEMENINA EN LOS ESTAMENTOS DOCENTES
EN LOS
DISTINTOS NIVELES DE ENSEÑANZA
(
porcentajes último año disponible)
País
|
Educación preescolar
|
Educación primaria
|
Educación secundaria
|
Educación superior
|
ARGENTINA
|
99 (1988)
|
91 (1988)
|
67 (1988)
|
35 (1987)
|
BOLIVIA
|
96 (1990)
|
57 (1990)
|
49 (1990)
|
-
|
BRASIL
|
98 (1980)
|
85 (1980)
|
53 (1980)
|
38 (1991)
|
CHILE
|
89 (1989)
|
73 (1991)
|
51 (1989)
|
22 (1989)
|
COLOMBIA
|
96 (1986)
|
76 (1986)
|
44 (1986)
|
24 (1989)
|
COSTA RICA
|
97 (1991)
|
80
(1991)
|
54 (1991)
|
34 (1991)
|
CUBA
|
88 (1989)
|
78 (1991)
|
47 (1991)
|
44 (1990)
|
ECUADOR
|
95 (1988
|
65 (1988)
|
42 (1988)
|
18 (1988)
|
EL SALVADOR
|
95 (1988)
|
68 (1991)
|
31 (1988)
|
26 (1990)
|
GUATEMALA
|
93 (1987)
|
62 (1987)
|
38(1987)
|
19 (1987)
|
HONDURAS
|
100 (1991)
|
74 (1991)
|
-
|
29 (1989)
|
MÉXICO
|
100 (1991)
|
62 (1975)
|
33(1975)
|
-
|
NICARAGUA
|
99 (1992)
|
85 (1992)
|
57 (1992)
|
36 (1992)
|
PANAMA
|
100 (1989)
|
63 (1983)
|
54 (1989)
|
34 (1986)
|
PARAGUAY
|
-
|
-
|
-
|
15 (1987)
|
PERU
|
99 (1985)
|
60 (1985)
|
46(1983)
|
22 (1987)
|
R.DOMINICANA
|
-
|
66 (1987)
|
48 (1987)
|
28 (1987)
|
URUGUAY
|
-
|
-
|
-
|
34 (1986)
|
VENEZUELA
|
99 (1991)
|
74 (1991)
|
52 (1991)
|
37 (1989)
|
Fuente: FLACSO Chile. Base de datos. Mujeres Latinoamericanas
en cifras, Santiago 1994. UNESCO Anuario estadístico 1993.
Según los datos para nuestro país, en los años noventa,
el nivel de preescolar era de casi un 100 % de mujeres. En el nivel primario
representaban dos tercios o más del total. En secundaria eran casi un 50 % y en
el nivel superior se reducían a un tercio del total. No obstante son procesos
complejos pues: “La composición por sexo del estamento docente no parece
guardar relación con la cobertura del nivel; eventualmente se vincula
mayormente con las características de los procesos de formación y la valoración
de la profesión docente”.[2]
Por lo anterior, la generación de investigación básica
sobre los procesos de feminización docente será muy importante para identificar
aspectos de género en el diseño de políticas educativas, especialmente como
apoyo a los programa de capacitación de profesores para favorecer acciones
afirmativas y de equidad de género.
En México tenemos una necesidad emergente de impulsar la
reflexión y autovaloración de la participación de las mujeres en la educación,
qué cuestione por qué las niñas tienen menos oportunidades de educarse, que
eleve la participación consciente de las maestras para emprender en su
profesión un mejoramiento integral de su trabajo docente y para que aporten
nuevas formas de participación política, un campo que no han ejercido y que han
delegado a los maestros. Serán reformas educativas de avanzada, las que reconozcan estos retos y
las que potencien los aportes de estas silenciadas multitudes de mujeres, a
favor de una educación de calidad, más democrática, equitativa y
sustentable.
[1] Es preciso aclarar que no es el único
ramo laboral en que se impulsaba la participación femenina, en las
comunicaciones telegráficas y telefónicas que eran sectores en expansión que
requerían de fuertes inversiones del Estado también se favoreció la
feminización del puesto por salir más barato. El impulso de la telegrafía para
las mujeres funcionó por un tiempo en Alemania en Inglaterra, pero no así en
España y México. Otros sectores tempranamente feminizados fueron los vinculados
con la asistencia sanitaria, enfermería, obstetricia y farmacia., en los que
las mujeres no eran reconocidas como facultativas sino como auxiliares.
[2] Teresa Valdés y Enrique Gomariz,
Coords. Mujeres Latinoamericanas En
Cifras, Tomo comparativo. Ministerio de Asuntos Sociales de España y FLACSO
Chile, 1995. p.112.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario