miércoles, 1 de abril de 2015

Feminismos indígenas y feminismos comunitarios

Cuando decimos comunidad,
nos referimos a todas las comunidades de nuestra sociedad,
comunidades urbanas y comunidades rurales,
comunidades religiosas, comunidades deportivas,
comunidades culturales, comunidades políticas,
comunidades de lucha, comunidades territoriales,
comunidades educativas, comunidades de tiempo libre,
comunidades generacionales, comunidades sexuales,
comunidades agrícolas, comunidades de afecto,
comunidades universitarias, etc.
Es comprender que de todo grupo humano podemos hacer
y construir comunidades.
Es una propuesta a la alternativa individualista.
Julieta Paredes, 2010.

En México, el germen de un cierto feminismo comunitario e indígena fue generado al interior mismo de las luchas de los pueblos originarios, que en 1993, impulsaron al Ejercito Zapatista de Liberación Nacional. Recordemos que fue el EZLN el que dio a conocer la primera Ley Revolucionaria de Mujeres, desde la cual se hicieron visibles ante el mundo, las voces rebeldes de mujeres de los pueblos indígenas de los Altos de Chiapas.


En esta Ley sin precedentes, se cuestiona el machismo institucional y cotidiano que viven las indígenas desde pequeñas y reivindican sus derechos a participar en la insurgencia, a trabajar por un salario justo, a decidir el número de hijos que pueden y quieren tener, a participar en los asuntos comunitarios, así como su derecho a la salud, a la alimentación y a la educación. Destacan que son ellas quienes deben elegir a su pareja, que tienen derecho a no ser golpeadas, a ocupar cargos de mando en la organización, incluyendo los grados militares.
La líder que promovió esta ley fue la comandanta Ramona, quien comprendió muy pronto la importancia de que un movimiento como el que alimentaba la esperanza de cambio para los pueblos indígenas, no dejara fuera a las mujeres.


            Ramona, desde los años ochenta ya venía impulsando la mejora de las mujeres en temas de salud y de educación. Reconocida por su talento, formó parte de la delegación del EZLN en los diálogos de Paz y en 1996 participó en el Zócalo de la Ciudad de México frente a más de 100 mil personas acuñando en la memoria la frase “nunca más un México sin nosotros”. Diez años después Ramona falleció de cáncer. Esa mujer, dijo el subcomandante  Marcos, “del color de la tierra y ojos de frijol negro, pequeña de estatura, era el arma más importante de los zapatistas, mujer Tzotzil, tejedora de palabras, río que canta. Ramona bordadora excepcional.” y afirma: “El mundo perdió a una de esas mujeres que paren nuevos mundos y México perdió a una de sus luchadoras que le hace falta y a nosotros nos arrancaron un pedazo de corazón.” 1


            Las mujeres que como Ramona se conectan con el deseo de un mundo diferente a partir de la participación política, desde sus comunidades y que a la par cuestionan el dominio tradicional de las practicas patriarcales, son muchas en todo América Latina, pues son más de cuarenta millones los indígenas hombres y mujeres que lo habitan. Ramona es un ícono del feminismo indígena de México.


Las “Abejas” también quedan en nuestra memoria como la agencia colectiva de la solidaridad de mujeres por la defensa y autonomía de las comunidades:


Las “Abejas” formaron unos cordones de paz y hacen que los soldados se replieguen. Ellas: pequeñas, descalzas, armadas sólo de sus manos y la fuerza de sus corazones, enfrentando al mayor símbolo patriarcal del sistema político actual.. el ejército... 2
            

Actualmente podemos hablar de múltiples ejemplos de intelectuales indígenas que están aportando desde diferentes ángulos a comprender el pensamiento feminista indígena, diferente al occidental.


            Beatriz Paredes, por ejemplo, intelectual indígena Aymara, del Estado Plurinacional de Bolivia, ha aportado sus reflexiones y propuestas de un feminismo comunitario, cuestionando al paradigma dominante del feminismo occidental. Mismo que se concentra en la dicotomía hombre-mujer en tanto individuas, mientras que Julieta Paredes, propone la incorporación de la noción de comunidad, se trata –dice- de una nueva epistemología anti-sistema, que recupera los contextos comunitarios bolivianos desde abajo y que al mismo tiempo que cuestiona el patriarcado y el capitalismo, busca crear comunidad.


Desde tiempo atrás las lideresas indígenas han visto con cierta desconfianza las propuestas de un feminismo occidental proveniente de la clase media y alta educada, que pretende hablar por ellas a través de múltiples ONGs y que apenas se acerca comprender los mundos femeninos indígenas. Sigue habiendo desconocimiento del pensamiento de las luchadoras indígenas, que están comprometidas con cambiar las condiciones de vida de sus pueblos, en además de la pobreza, la enfermedad y las carencias, que son naturalizadas, se les imponen políticas en contextos ideológicos de colonialidad que permanecen.


            Por ello Paredes y otras voces indígenas, han trabajado en la construcción de un feminismo de-colonial y antirracista, que aspira a otros horizontes de lucha, contra una desigualdad que toca muchos más registros que la oposición binaria hombre-mujer que constituye por ello una ruptura epistémica:


Descolonizar y desneoliberalizar el género es a la vez ubicarlo geográfica y culturalmente en las relaciones de poder internacionales planteadas entre el norte rico y el sur empobrecido, cuestionar profundamente a las mujeres del norte rico y complicidad con un patriarcado transnacional.3



            Estas nuevas propuestas que vienen del Sur, requieren de la sensibilidad y apertura crítica de múltiples organizaciones y grupos que trabajan con las mujeres indígenas. Los feminismos comunitarios son los que pueden contribuir a una mayor autonomía, empoderamiento y agencia de las mujeres de los pueblos originarios, dejando atrás las tradicionales políticas asistencialistas, se trata de nuevos caminos y nuevas metodologías de acompañamiento a favor de acciones que fortalezcan nuevas epistemologías y autonomías comunitarias.



[1] Julieta Paredes, Hilando fino. Desde el feminismo comunitario, Colectivos El Rebozo, Grietas, Lente Flotante, La Paz, Bolivia, 2010, Prólogo a la edición mexicana, p.7.
[2] Ibíd., p. 8-9.
[3] Ibidem.p. 66-67



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