miércoles, 29 de abril de 2015

Los derechos de las mujeres a la salud sexual y reproducción elegida




“Los derechos reproductivos
son los derechos de las mujeres
a regular su propia sexualidad
y capacidad reproductiva,
así como a exigir que los hombres
asuman la responsabilidad
por las consecuencias del ejercicio
de su propia sexualidad.”
Veronica  Stolcke (2008)



Son ya muchas las voces que han colocado en la agenda pública el problema real de que las mujeres en México no pueden tener un ejercicio pleno de sus derechos sexuales y reproductivos, especialmente las que están en condiciones de vulnerabilidad social por ser pobres, indígenas o vivir en condiciones migratorias. En este texto recuperamos parte de los estudios de la asociación civil GIRE Grupo de Información en Reproducción Elegida, que  se ha distinguido por comprender, atender, promover y sustentar jurídicamente las demandas y los derechos reproductivos de las mujeres, materia en la que tenemos grandes pendientes en México y en América Latina.


Recordemos que los derechos reproductivos están reconocidos en la Constitución, de acuerdo con el art. 4º. “Toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos” Ahí se reconoce que tenemos derecho (un derecho universal) a la protección de la salud. Ningún funcionario público o ministro religioso, debe impedir este derecho que plantean los mandatos constitucionales.


Otro art. Constitucional, el 133, señala que el estado mexicano respetará los compromisos que ha adquirido con la comunidad internacional al suscribir tratados, acuerdos e instrumentos para proteger los derechos reproductivos de las mujeres. En este sentido grupos de mujeres, han dado seguimiento a los acuerdos firmados en las conferencias internacionales, para impulsar la construcción de nuevas propuestas para la defensa de los derechos reproductivos en nuestro país. La conferencia de Beijing de 1995, especialmente, ha sido clave para el tema. Por ello ahora se supondría que hablar de la posibilidad de interrumpir un embarazo es parte del derecho a gozar de salud, en tanto estado general de bienestar físico, mental y social, por ser parte de los aspectos ligados a la reproducción y a sus procesos, por ello se supondría que todas las mujeres tienen derecho a servicios médicos garantizados en estos temas, pero no es así.


GIRE es quizá una de las organizaciones que ha insistido en forma sistemática y fundamentada en el derecho de las mujeres a una reproducción elegida y en afirmar que un tema central de los derechos reproductivos es el aborto:


El acceso al aborto legal y seguro, es parte esencial de los servicios de salud reproductiva a los que tienen derecho las mujeres. Se fundamenta en los derechos a la vida, la salud, la integridad física, la vida privada, la no discriminación  y la autonomía reproductiva de las mujeres. Estos derechos se encuentran reconocidos tanto en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como en los tratados internacionales en materia de derechos humanos.


Cuando los servicios de aborto son inaccesibles para las mujeres que los necesitan o cuando las leyes de aborto son restrictivas, los Estados pueden ser responsables por las violaciones a los derechos humanos que les causan. Además, tiene un impacto negativo en el ejercicio de los derechos de las mujeres, sus oportunidades de vida y su futuro. 


Cabe decir que en México el tema del aborto inducido es un tema antiguo y recurrente a lo largo de la historia, que presenta avances y retrocesos. En el siglo XIX, durante los gobiernos de los liberales, el aborto fue hecho visible en la ley en 1871, a pesar de las presiones de la iglesia, y no fue resultado de un debate público. Por entonces el aborto intencional tenía una menor penalización si la mujer lo hacía por cuestiones de honoris causa, es decir por salvar su honor y por cuidado de la institución familiar. No había sanción si la mujer abortaba por motivo de accidente o si la vida de la mujer corría peligro.


La legislación se fue endureciendo al respecto, aunque ha tenido muchas modificaciones  no han sido cambios de fondo, a excepción de los avances que tiene el Distrito Federal. Incluso con el incremento de embarazo adolescente,  sin duda se replican a gran escala, situaciones como la del caso de Paulina (niña violada y con derecho a un aborto legal) en el que se mostró claramente que aunque se tengan derechos en el papel, en la práctica no se cumplen.


Es decir, aunque se emita una orden judicial para la realización de un aborto legal en condiciones seguras, en casos de violación a menores de edad, en cualquier hospital público, se les niega su derecho a realizar la intervención. Los médicos pueden aducir Objeción de conciencia para no realizarlo y pocos son los estados que tienen legislación para garantizar la presencia de médicos ejecutores en casos de emergencias, para cumplir la ley. 


Ha sido GIRE, más aún que INMUJERES, la organización civil que ha dado seguimiento puntual a lo que ha pasado en ocho años de cambios legales a favor de hacer efectivos los derechos reproductivos de las mujeres. Como se sabe, en 2007 la Asamblea Legislativa del DF modificó el Código Penal para despenalizar el aborto hasta la semana 12 de gestación, con ello se inició una reforma que permitía la interrupción legal del embarazo en hospitales públicos de la Secretaría de Salud del DF. De esa fecha hasta el 31 de marzo de 2015 se han practicado 138, 172 abortos a mujeres que según los datos estadísticos tienen las siguientes características: en su mayoría han sido jóvenes de entre 18 y 24 años, procedentes del Distrito Federal (72.5%) y del Estado de México (24%), pero también atendieron a mujeres de otros estados y extranjeras (3.3.%); solteras en su mayoría (53.1%) o que viven en unión libre (28.1 %); con escolaridad de Preparatoria (39.7%) o secundaria (32.3%); que tienen como ocupación principal dedicarse al hogar (35.2%) o ser estudiantes (25.1%). Cabe decir que el 53.1% de solicitantes pidió la intervención antes de cumplir los dos meses de embarazo.  Asimismo las menores de edad de entre 11 y 18 años que con la autorización de sus padres, solicitaron la interrupción de su embarazo, han sido en total 8, 334. Un dato que revela lo duro que significa tomar la decisión de abortar se advierte en que un 13.9% de las solicitantes totales ya no acudieron a la cita para realizarlo.


Por otra parte GIRE recuperó información respecto a la procedencia de las mujeres atendidas  de las entidades de la República, pues como se sabe fuera del DF en todos los estados se criminaliza el aborto, así, se puede apreciar que en ocho años se han atendido solicitantes de: Puebla 774; Hidalgo 607; Morelos 450; Jalisco 322; Querétaro 314; Michoacán 300; Veracruz 261 y Guanajuato 260. 


Estas cifras tienen aún mucho por decir, no obstante se puede apreciar en general que la legalización de la interrupción del embarazo no es fácil para las mujeres, pues se calcula que siguen predominando las prácticas riesgosas y clandestinas. Se trata de un problema de salud y de política pública que sigue sin resolverse. Lo más lamentable es que siga habiendo mujeres que además de sufrir deficiente o ausente educación sexual de ellas y sus parejas, tengan que cubrir duras penalizaciones perdiendo por años su libertad. Martha Lamas lo ha señalado con mucha claridad:


“ninguna mujer aborta por gusto. Ninguna mujer debería enfrentar, además del conflicto que supone un aborto, todo lo que implica la clandestinidad: el riesgo, la extorsión, [la prisión], la enfermedad y la muerte”.


En  2010 el PAN en alianza con otros partidos como el PRI,  habían modificado 17 constituciones locales para impedir que las mujeres cumplieran su derecho a una reproducción elegida, y desde entonces se ha seguido el ejemplo en otras entidades, con pequeñas variaciones. Estas modificaciones proponen penalizar casi invariablemente a las mujeres. Por ello, tocar el tema se ha vuelto muy complicado y casi prohibido en nuestra entidad, a pesar de los graves problemas que se tienen de embarazo adolescente y de desinformación y falta de educación sexual. Los embarazos no deseados están a la orden del día y pese a que el Estado no tiene aseguradas estrategias para prevenirlos, ni personal capacitado para entender el problema, se prefiere la omisión y con ello, se permite la continuidad de prácticas que  criminalizan a las mujeres incluso en los casos de abortos espontáneos. La ley se ha aplicado con sesgos racistas y discriminadores, pues las criminalizadas han sido pobre y/o indígenas.


El tema del aborto seguirá presente en el espacio público –aunque incomode y aunque se silencie- porque es uno de los temas en que una sociedad define su interés por la vida y los derechos de las mujeres.



Hablar de autonomía, de avances democráticos y de ciudadanía de las mujeres en los estados, será una noción inalcanzable mientras no podamos hablar de su derecho a decidir sobre su sexualidad y maternidad. Esa autonomía es aún más inaccesible para las mujeres en condiciones de vulnerabilidad, sin educación, sin ingresos, sin conocimiento de la ley y sin acceso a los servicios básicos y de salud pública. El reto es enorme, pero se cuenta ya con mayores experiencias nacionales e internacionales, que muestran que la legalización del aborto no genera conductas sociales pro-abortivas, sino que apenas es una medida emergente, que elimina la penalización injusta que solo se aplica a las mujeres y no responsabiliza a los hombres por las consecuencias de su sexualidad.

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